Hoy ha sido un día interesante en varios aspectos. Muchas veces pasamos días así sin darnos cuenta, y es bueno pararse un rato a reflexionar y aprender de las experiencias de cada día.
Se podría decir que hoy he hecho poco. Configurar un ordenador nuevo, cambiar el teclado del mío (estaba ya muy estropeado), cosas que para mí, por mi profesión, es pura rutina, pero son cosas como estas las que me hacen sentirme útil y vivo.
Pero no, no solo del trabajo vive el hombre, y no solo de estas experiencias técnicas deseo escribir hoy. Mi intención es más la de hablar de las personas con las que me suelo comunicar y de las que siempre se aprenden cosas.
Estoy leyendo el libro de un amigo, y lo considero como tal porque ambos batallamos para los mismos objetivos. Intentamos dar a conocer nuestras experiencias, nuestros pensamientos, opiniones y sentimientos, usando una web como esta, un blog, o un libro. Sea cual sea el medio que usemos, nuestra intención es la misma, mostrar al mundo una realidad, muchas veces oculta, tapada por el velo de la ignorancia, la incomodidad de muchos/as, y el poco interés de la sociedad en general.
Tal vez pequemos de ingenuos por vernos capaces de cambiar el mundo escribiendo, pero no aspiramos a tanto. Nos bastaría con que una sola persona nos leyera y cambiara la forma de vernos. Con que solo una se diera cuenta que, dentro de ese cuerpo con movimientos extraños, hay alguien que piensa, razona y siente como ella, con suficientes experiencias de vida para aconsejar a cualquiera, y capaz de ser profesor en tantos temas. Con solo lograr que una sola persona se diera cuenta de todo esto, nuestro esfuerzo se vería recompensado.
Hoy he estado hablando con José Manuel Mancisidor Olaizola, autor del libro (Tengo parálisis cerebral, pero no estoy enfermo) editorial Berbak (por si os interesa), y he sentido la voz de la experiencia, la tranquilidad del que sabe quién es, se acepta, y se muestra tal cual. Alguien del que muchos podríamos aprender.
En cambio, horas más tarde, me he topado con un chaval de 18 años, sin vinculación alguna con la discapacidad, con la inquietud de aprender pero con la falta de paciencia típica a su edad. La poca humildad, el creer saberlo todo de la vida y, en cambio, mostrar sorpresa al ir conociendo parte de mis experiencias vividas.
Dos personas que, en un día como hoy, me han mostrado la diversidad existente, las distancias entre profesor y alumno, y cuanta falta hace mostrar al mundo lo que somos. Cuando no haya nadie que se sorprenda al conocer nuestras historias, habremos logrado nuestro objetivo, la NORMALIDAD.