No es frecuente, pero en ocasiones he tenido conversaciones con personas, que poseen una discapacidad “comparable” a la mía, en las que capto cierto grado de recriminación hacia mí, por haber logrado tener un nivel de libertad más alto de lo que, en principio, se espera de nosotros.
Esta sensación de reproche, la tengo al recibir comentarios que hacen referencia a mi buena suerte, a mi alto nivel de recursos, y a las ayudas externas recibidas que, según me expresan, marcan la diferencia y hacen que muchos se queden por el camino mientras otros, en los que me incluyen, logran alcanzar las cimas que se propongan.
Siempre evito asumir un rol de ejemplo a seguir, y me causa incomodidad cuando alguien me intenta atribuir este papel. No me considero ejemplo para nadie ya que, todas mis acciones y decisiones, han sido hechas y tomadas por mí mismo, sin pensar que el posible camino que he ido abriendo pueda servir a otros. Cada quien debe buscar su propio camino, y convertirse en su propio ejemplo, dejando de compararse con los demás.
Tampoco me atrevo a juzgar formas de vidas opuestas a la mía. Mientras sea feliz y esté satisfecho con su situación actual, no veo la necesidad de intentar cambiarla. El problema lo veo cuando tenemos el deseo de variar algo en nuestra situación, pero permanecemos pasivos al tiempo que expresamos nuestra disconformidad, y culpamos a otros por no tener las oportunidades necesarias para tener la vida que deseamos.
Algo que me ha enseñado la vida, desde muy joven, es que nada nos sale gratis, y si lo parece es que no estamos viendo la situación como realmente es. Todo lo que pretendemos lograr conlleva un esfuerzo, que será de mayor o menor intensidad dependiendo de muchas variables.
Hablar de lo fácil o difícil que ha sido la vida de alguien, sin haber experimentado en carne propia lo vivido por esa persona, es todo un atrevimiento. Tal vez, lo que vemos desde nuestra silla, en la comodidad de una burbuja familiar, es todo fácil y bonito, pero no señales con el dedo cuando veas a otro “rodando” por la vida libremente, porque seguramente esa persona tuvo el coraje y la determinación de romper su burbuja y enfrentarse a la vida real, donde no hay escudos, ni redes que nos libren de las caídas; donde vales lo que demuestres valer, y no puedes esperar a que te den oportunidades porque solo tú puedes crearlas.
¿Ayudas externas? Si, muchas he tenido, sin ellas no estaría hoy aquí. Pero nunca he pretendido que hicieran mi trabajo. La ayuda que he tenido, y la única que acepto, es la colaborativa, poniendo todo de mi parte para que ese acto de ayudarme sea instintivo y natural. Si en cada roca que me he encontrado por el camino, hubiera esperado inmóvil a que otros me la apartaran, hoy seguiría atrapado en la primera piedra. Pero soy de los que dan el primer paso, y empiezo a empujar, aun siendo consciente de que solo no podré mover tal peso, pero basta con el gesto para que el resto se unan a ti y, juntos, apartar esa roca que te impedía el paso.
La suerte es un factor necesario para el éxito, eso sin duda, pero ella no va a venirte por si sola. La fortuna se debe buscar de forma activa, jugándotela día tras día para dar oportunidad a que las cosas te salgan como quieres. Quejarse de tener mala suerte por no haber podido cumplir un sueño, ya muestra una actitud pasiva. Si hubieras puesto empeño en lograrlo y al finar no lo logras, te quedaría la satisfacción de haberlo intentado, pero esperar que te toque la lotería sin haberla comprado, es absurdo.
Y en cuanto a los recursos, claro que ayudan y mucho, pero en mi caso no han venido del cielo. Es el fruto de 7 años de formación, noches de apuntes fotocopiados, dedicación exclusiva al estudio. Luego dos años compaginando trabajo y estudio, renunciando a la ayuda de discapacidad por un contrato donde ganaría un poco más (que se de muchos que dicen no compensarles, yo lo hubiera hecho aun perdiendo). Y así, año tras año, a medida que ganaba experiencia y responsabilidad, iba contando con más recursos fruto de ese esfuerzo realizado.
Puedo admitir que he tenido la suerte de disponer de ciertas habilidades que me han permitido tomar caminos adecuados a mis aspiraciones, pero estas habilidades, por si solas no me han puesto donde estoy. Es el firme deseo y determinación por avanzar para alcanzar la mayor autonomía posible, lo que me ha permitido estar donde estoy, sacándole el mayor partido a mis habilidades e, incluso, mejorándolas con el tiempo.
Sin duda, existen situaciones mucho más complejas que la mía, presentándose dificultades que no puedan ser salvadas solo con la voluntad, por muy fuerte que esta sea. Aún así, se de muchos que no han renunciado a intentarlo, siendo merecedores de todo mi respeto y admiración porque soy conocedor de, no solo lo difícil que es luchar contra nuestros propios límites, sino lo duro que resulta tener que hacer entender los motivos de nuestra lucha.