A raíz de la película “La Consagración de La Primavera”, y más tras conceder el premio Goya al actor revelación Telmo Irureta, uno de los protagonistas junto a Valeria Sorolla, se ha creado cierto revuelo en redes sociales por algunas interpretaciones, en mi opinión erróneas y fuera de contexto, que algunos/as han hecho de esta película.
Antes de entrar en materia quiero destacar que me parece un trabajo excelente el que se realizado en este film. Un tema tabú, aún hoy en día, que no es nada sencillo de exponer ante el público, y que se ha logrado hacer de una forma realista, sin adornos edulcorados, y desde el respeto que requiere esta realidad que, en la gran mayoría de casos, se vive en secreto. Justamente por esto, son necesarias este tipo de obras pese a las incomodidades que, según parece, les causa a algunos/as.
Y es que, sinceramente, me sorprendió de forma negativa leer algunos comentarios, afortunadamente no demasiados, reprendiendo al actor y director por el mensaje machista y hasta misógino (término que hoy en día se usa tan a la ligera que terminará por devaluarse), que difunde la película, siempre según su criterio.
Por si alguien está leyendo esto y no ha visto la película, cosa que recomiendo hacer, les diré que trata de la forma en la que se enfrenta la sexualidad cuando la discapacidad te limita hasta el punto en el que no tienes la posibilidad de explorar tu propio cuerpo. Muestra la figura del “asistente sexual”, presente en varios países desde hace años, pero aún no reconocida en España. Esto lleva a las familias a situaciones nada fáciles de afrontar, recurriendo a “profesionales” que para nada tienen la formación, ni los conocimientos necesarios, para realizar esta labor.
En esta película, tras una serie de acontecimientos casuales, una joven estudiante se ofrece para prestar el servicio de “asistenta sexual” de una persona con parálisis cerebral, a cambio de una retribución económica. Si nos quedamos solo con esto, sin duda que se puede caer en la tentación del discurso simplón del feminismo más sesgado, y clasificar esta imagen como una forma de prostitución disfrazada de labor social. Nada más erróneo y alejado de la realidad.
Proclamar que la sexualidad es un deseo y no una necesidad, es muy sencillo cuando se hace desde la situación privilegiada de aquellos que no necesitan pedir permiso para experimentar algo tan natural como son las sensaciones de acariciar nuestro propio cuerpo. Este discurso muestra una total falta de empatía, y desconocimiento sobre estos temas. Atreverse a señalar de forma acusatoria a alguien, por dar a conocer esta realidad, es señal de una absoluta ignorancia, y nulo interés por conocer y entender sobre todo esto, antes de juzgar.
Así mismo, pensar que esto solo afecta al género masculino, es también indicativo de un desconocimiento absoluto. Tanto hombres como mujeres con discapacidad viven esta frustrante situación a diario, y podrían saberlo si las escucharan antes de ejercer de jueces inquisidores el los púlpitos de las redes sociales.
Para terminar, decir que esto no es nuevo, es una reivindicación que lleva muchos años activa y está muy documentada. Por citar algunos ejemplos, Jon Sistiaga dedica un episodio de su programa Tabú a la sexualidad con discapacidad, y se muestran casos de ambos géneros y la problemática que ello les acarrea. También en la película “Las Sesiones” de 2012, basada en una historia real. Y un documental, de los muchos que existen sobre esta temática, “Almas con Sexo” de Documentos Tv. El visionado de este material podría ser un ejercicio muy necesario para aquellos que, tras leer este pequeño texto, siguen pensando que la película de Telmo es machista o misógina.